Día #12 || Cosas que extraño

Ayer me di cuenta de algo, mientras caminaba desde la metro al super. Hay cosas que ya extraño. 

Todavía no llego al punto de que me pegue bajón, pero pasar varías horas del día sola, en casa o en la calle, me deja más margen para percibir esas cosas. Y hoy amaneció gris de vuelta, me levanté temprano a trabajar, puse música quizás demasiado soft, y se me vino el pensamiento de vuelta.

Extraño el contacto físico con otras personas. Es raro no dar 55 besos por día saludando gente, y no, no crean que acá se dan muchos besos. Si llegado el caso alguien siente la confianza suficiente, te das dos besos, primero con mejilla izquierda y luego derecha. Pero no es común. Margherita, la dueña del depto, me da dos besos y un abrazo fuerte cuando llega del trabajo. Mis compañeros del Master saludan todos con un Ciao! Idem para la despedida.
Extraño a mi profe Celia cuando me corrige durante la práctica de yoga. Tambien extraño agarrar o abrazar a un amigo cuando lo tenés cerca, y estás hablando boludeces, o cosas muy serias.
Pero sobre todo extraño los abrazos. Y antes de venir me dieron tantos, que ahora creo que tengo abstinencia.
A todos esos que están diciendo "¡lo sabía!" frente a la pantalla, les digo: Ok, sí, ganaron. Ahora vengan a Roma a buscar el premio.

Extraño hablar en argento-cordobés. Sobre todo para putear. FORRO! O un QUÉ LO QUE HACE' CULIAU? O cuando Medina me llama y me dice agitado ME VUA' COME' UN LOMAZO BOLO', logrando que llore de risa, hasta que me duela la panza.

Extraño el mate cuando me levanto temprano. Y esto es loco, porque en Córdoba NUNCA me hago mates temprano. Los tomo si alguien más los prepara (vaga). Pero acá, mientras estudio o trabajo por la mañana, sola, extraño el mate. Loco.

Y ahora suena Norah Jones, ¡esto se puso melancoly en serio!

Extraño mirar con Hernán qué hacen los peces. Extraño hablar con las plantas de casa. Extraño ir a ver a mis viejos.

Ok, empecé a lagrimear, mejor corto la espiral descendente. Con esto ya es suficiente.

:')