Tomé la Metro A hasta estación Lepanto, y de allí a pie hasta el Tiber. El día estaba lindo para caminar, con una temperatura apta vestimenta hippie: babuchas y sandalias.
En Piazza del Popolo me senté a leer un poco de historia. Al parecer éste era, junto a Ponte Sant'Angelo, uno de los lugares más populares para ejecutar gente.
Camino a Piazza Spagna desvié por Vía Margutta. Esta zona es muy top, llena de ateliers, locales muy elegantes de ropa y joyas, y bares y restos divinos.
Llegando a Piazza Spagna me encontré con la Familia Banana
Y como se hacía la hora de volver al depto para una charla en Skype con los chicos del trabajo, apuré el paso hasta la metro. De camino, encontré un lugar para comprar pizza al paso, DELICIOSA. En realidad, creo que casi todo es rico acá, sin importar mucho el lugar.
A la tardecita me tomé el 49 hasta Castel Sant'Angelo, estaba lleeeeeeno de vendedores callejeros. Unos rubios de traje y corbata me frenaron, hablando en inglés. Me esperaba un "vengo a hablarle de Jesús", pero estos jóvenes holandeses me sorprendieron con un cuento loco de que tenían que cumplir un rito de no se qué fraternidad, en honor al emperador Adriano. Para tal rito necesitaban no se cuántos mechones de pelo de mujeres. Así que, tras preguntar dónde estaba la cámara y en qué programa iba a salir, acepté que me quiten un poquito de pelo.
Tras cruzar el Tiber, encaré hacia Piazza Farnese, y tras vagabundear por unas callecitas silenciosas, con empedrado que suena bastante lindo bajo la pisada de los autos, llegué a una mini pasticcieria amorosa, Bocca di Dama.
De camino a Piazza Cavour, donde tomaría el 49 de regreso a casa, entré en una librería cerca de Piazza Navona, que ya conocía de las vacaciones del 2012. No me pude resistir, y compré esta edición de lujo de The Grinch. Es preciosa.
Por suerte apenas llegué a la parada llegó el 49. El chofer generalmente se toma unos 5' de descanso, ya que aquí termina el recorrido, pero esta vez fueron más. Resulta que junto con él bajó una rubia del bondi. Meta charla, prenden un puchito, sonrisa va, sonrisa viene, y se alejan hacia el medio de la plaza. Él le habla bien cerca, de frente, ella se ríe, se corre un poco. Él vuelve a enfrentarla. Los otros choferes, también en su descanso entre vueltas, los miran y se ríen, murmurando entre sí. La gente del bondi comienza a impacientarse, pero al mismo tiempo se ríen, todos cómplices. El chofer vuelve, ella viene por detrás. Él se sienta y cierra la puerta de acrílico, ella se queda paradita bien cerca. Arranca una nueva vuelta del 49, otra vez con copilota.
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| Lamento no haber podido sacar una foto más cercana... |
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