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2 de mayo de 2012

Caminar hasta morir

Día 4 - tarde...

Todo indicaría que aún no incorporamos el nuevo huso horario en nuestros cuerpos: es imposible irnos a dormir antes de las 2am, y en consecuencia, no hay cuerpo que amanezca antes de las 10. Hoy no fue la excepción, abrimos los ojos y eran... ¡las 11!. De cualquier manera, nunca es tarde para comenzar el día, y en Roma hay muchísimo por ver, y muuuucho más por caminar.

Desde Piazza Mazzini, enfilamos hacia el Tevere, con destino a Piazza del Popolo. Pero antes de seguir con el recorrido de hoy, debo contarles que estoy maravillada con los espacios verdes de esta ciudad, desde el balcón más chiquitito hasta los parques más grandes. En todos lados hay plantas, árboles jóvenes y viejos, flores de colores intensos por doquier, un pasto que es una maravilla.
Y además, todo limpio. No he visto gente tirando nada de nada en el piso, a lo sumo algunas colillas de cigarrillos. No vi "sorpresas" de perros, bueno, una sí (tampoco es que sean perfectitos estos tanos, no no). No nos cruzamos con perros callejeros, sólo vimos un par de gatos en un parque. ¡Mish!.
El transporte público no está maltratado, ni rayoneado con insignias del tipo "<inserte nombre> te amo" o "aguante Chaca". En las paradas dice a que hora inicia y termina el servicio, y en las líneas nocturnas indica los horarios en que pasará por esa parada. Muy, muy útil.
Los policías son muy atentos, hasta ahora siempre han sido muy amables y dispuestos a ayudar. Eso sí, he visto a muchos fumando mientras trabajan (apenas pueda subo unas fotos), y llevando el pucho colgando de la boca. Muy pintoresco.
La mayoría de las veces que hablé con alguien para consultarle algo, terminé riendo o con una sonrisa. Son unos personajes de película. Ni hablar la pinta. En general, elegantes, sin dejar de estar cómodos. Excepto una que otra mujer jóven con tacos altísimos y finitos, caminando con precaución por las calles empedradas de Piazza Navona. Muy buenos zapatos, y también blazers y/o pilotos. Mucha juventud viste un tanto distinto. Ellos: mucho jogging o jean chupino, campera Adidas, peinado con gel hacia arriba y cortito a los costados (sí, un poco a lo wachiturro). Ellas, jean y remerones, zapatillas, por momentos un poco skaters, pero sin los skates. Y a falta de skates, ¡las scooters son una plaga! Andan como locos arriba de las motitos, doblan al palo, se meten por cualquier hueco que encuentran, ¡tremendo!. Lo más glam que vi una noche fueron dos chicas cuyos cascos estaban recubiertos de piedras brillantes (sería el casco para salir al boliche, ponele). Ni hablar de los mini autos, tipo el smart, y todos los del estilo. Los estacionan en cualquier lado, en cualquier sentido, casi acariciando (siempre a fondo) lo que se atraviese en su camino. Y aún así, no vimos ningún choque. :-O
Ok, me extendí demasiado con las impresiones que me van quedando en estos días de viaje (habrá que ver cómo madura esta idea al final del recorrido), prosigo con el itinerario de la fecha.

Piazza del Popolo es muy grande, y en el centro tiene uno de los tantos obeliscos que se trajeron como souvenir cuando anduvieron por ahí. De allí, se puede acceder a Villa.Borghese, que vendría a ser el Central Park de Roma. Es un parque muy lindo, con variedad de fuentes, senderos, terrazas con diversas plantas, muchos árboles, algunas lagunas, de todo. Y está la Casina dell' Orologio, donde tomé el primer (sí, recién ahora) caffé espresso en Italia. A unas cuadras está Piazza Spagna, a los pies de una escalinata altísima cubierta de de flores, como bañando la escalinata. Seguimos hasta Fontana di Trevi. Imponente, enorme, muy linda. Lástima la cantidad de turistas que se amontonan. La mega caminata continuó por Palazzo Quirinale, ex residencia de verano de los Papas, luego lo tomó el Rey, y ahora lo usa el gobierno; de allí, a Piazza Barberini; y a Piazza della Repubblica. Y acá es donde el humor me cambió 137°: no soportaba estar de pie, ya no más, mucho dolor del pie malo. Estaba como Medina cuando salimos del recital de Depeche Mode, en mi peor momento. Me arrastré un poco hasta la parada de un colectivo que nos llevaría a Trastevere, a cenar alguito. Comimos como chanchos, otra vez. Bruschetta, spaghetti alla carbonara, jamón crudo ahumado sobre queso grillado, y panna cotta de postre. ¡Ah! Y un espresso para bajar la comida. ;-)

Por suerte, ya no caminamos más, Volvimos en un autobus nocturno, una masa. Y a domir que mañana rajamos hacia Siena.

Abbracio!



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